Supuestamente, siempre que estamos presentes en una situación podemos "observar" lo que ocurre, pero la puesta en marcha de la técnica depende de nuestra actitud ante lo que observamos y de la forma en que recogemos la información observada. Se trata de entrenarnos para fijarnos en los detalles, decidir previamente qué queremos observar y recoger un relato de lo que vemos, escuchamos y sentimos, además de una descripción de los elementos contextuales. La recopilación de toda esa información será nuestro cuaderno de campo, que puede tener diferentes formatos según nuestras preferencias personales.
El cuaderno de campo es nuestro relato, nuestro bloc de notas donde haremos una transcripción de lo observado con el grado de descripción que queramos. Conviene apuntar bien fechas y nombres que permitan clasificar la información a posteriori, utilizar comparaciones o datos concretos en lugar de adjetivar (por ejemplo, apuntar cuánto tiempo ha durado una actividad en lugar de decir que "ha sido muy larga" o "ha durado mucho"). También es interesante recoger información sobre nuestro estado emocional, nuestra actitud o cómo nos hemos sentido.
El extrañamiento es una actitud que nos permite fijarnos en elementos que pasan desapercibidos al ser elementos pertenecientes a nuestra cotidianidad. ¿Cómo podemos extrañarnos ante una situación que nos es familiar? Una forma sería preguntarnos qué queremos observar antes de encontrarnos en la situación y jugar a "vernos allí por primera vez".
No todo lo que observamos y anotamos nos será útil. Si el proceso de evaluación lo permite, iremos afinando nuestra observación: buscaremos elementos concretos para poder realizar comparaciones con las experiencias que ya hemos recogido. La fase de vaciado es el momento en el que nos dedicamos a releer nuestras notas, esta vez bajo una mirada mucho más rica pues es posible que ya hayamos leído bastante sobre el tema o realizado entrevistas en profundidad.
> Una técnica útil puede ser clasificar la información en fichas temáticas según los conceptos claves de nuestra evaluación.
Observación participante
En ciencias sociales hay una ya larga tradición y bastante literatura disponible sobre el uso de esta técnica. Si bien los primeros antropólogos fueron definiendo la práctica etnográfica partiendo de sus experiencias en sociedades "exóticas", es decir, en el estudio del "otro" , los debates actuales que beben de la reflexividad, de la caída de los ideales de la modernidad y de las críticas feministas y decoloniales, consideran totalmente difuminadas esas líneas que separaban el yo - autor (universal, blanco, occidental, etc.) del otro - observado (que solía ser no occidental, no blanco) cuando no peligrosamente universalizantes y anti-éticas. Sin embargo, en la intervención social todavía encontramos una jerarquía visible entre las personas que están en posición de tomar decisiones sobre políticas públicas, programas y servicios de intervención, y las personas a las que van destinadas esas políticas, programas y servicios. Pese a que cada vez se pone más en el centro la participación en la toma de decisiones, lo cierto es que la jerarquía institucional no es fácil de contrarestar.
Cuando nos referimos a "observación participante" en la mayoría de los casos estamos hablando de una situación en la que la persona que observa (la persona investigadora) participa de la situación social. Pero, ¿es posible no hacerlo? ¿En algún caso es posible no influir en la situación que se observa si se está presente?
Podemos distinguir la observación como participante o no en función del grado de participación. Por ejemplo, si somos una de las personas que facilitamos una actividad y a la vez recogemos información, podemos decir que es una observación participada. Somos parte de la actividad y podemos explicar cómo es la actividad desde ese lugar. Si nos limitamos a observar desde el fondo del aula, sin intervenir, podemos decir que se trata de observación no participante: somos ajenas a la actividad y nuestra posición es de observadora "externa" (que no neutral).
En todo caso, más que esforzarnos en determinar si la observación ha sido participante o no, que no dejan de ser términos utilizados sobre todo en ciencias sociales y que sí serían importantes en una tesis de Antropología, es más útil que describamos las condiciones en las que hemos hecho la observación. Por ejemplo, definir cuántos talleres hemos observado, en qué lugares, si nos hemos situado al fondo del aula, si nos han interpelado o no, si hemos intervenido o no, etc.
En el artículo "Estereotipos del profesorado entorno al género y a la orientación sexual", de Sofía Díaz de Greñu y Rocío Anguita, encontramos la descripción del método utilizado y una interpretación de los datos obtenidos bajo un marco teórico que definen previamente. El objetivo es detectar ideas, representaciones y actitudes en torno al gènero y la diversidad sexual en el equipo docente en su medio. Para ello, realizan observaciones en el centro educativo, en diferentes contextos (aula, reuniones, espacios informales), y realizan un "registro de anécdotas" que viene a ser un registro de todos los comentarios y actitudes que detectan relacionadas con los ejes temáticos:
"Se plasmaron cronológicamente los comentarios, se describieron e interpretaron. Se optó por esta herramienta porque las anécdotas permiten revelar idees no reconocidas en ámbitos institucionales. Se prestó atención a conversaciones, preferiblemente informales, en descansos y reuniones de coordinación del profesorado donde aparecen marcados estereotipos. Se buscó la variedad de contextos (centros descritos anteriormente) y la diversidad de perfiles del profesorado en cuanto a trayectoria profesional, edad, formación, situación laboral, participación en proyectos de innovación, etcétera, para garantizar la triangulación de tiempo, de contextos y de fuentes." (p. 223)
* El documento aparece enlazado más abajo, al final de esta entrada.
Y para reflexionar un poco más...