Resumen
Los chicos y chicas jóvenes reciben de la escuela mucho más que una educación en contenidos:
se forman en los valores dominantes de nuestra sociedad. A través de las relaciones
que se establecen en los centros educativos, se interiorizan las normas de género
y la sexualidad al tiempo que muchas otras de clase social, etnia o discapacidad, por
citar algunos ejemplos. Pronto aprendemos que la ruptura de los roles de género y de
los patrones dominantes se castiga con mecanismos como la injuria, la exclusión social,
y en ocasiones, con agresiones. Ser señalado como “mariquita”, “marimacho”, o “travelo”
conlleva un estigmatización que acarrea consecuencias tremendas. En este artículo
abordaré cómo la homofobia y el heterosexismo están insertos en la construcción misma
de la violencia escolar que conocemos como acoso escolar entre iguales o bullying.
Además intentaré mostrar que ésta violencia tiene un impacto no sólo sobre las minorías
sexuales sino sobre el conjunto del alumnado. Me detendré también en las vivencias de
las chicas jóvenes señaladas por su masculinidad o sexualidad no normativa, mostrando
sus discursos sobre el cuerpo, la identidad, sus estrategias para sobrevivir y reconocerse,
y los referentes y modelos que encuentran en la escuela.